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viernes, mayo 11, 2007

Descubriendo un lujo


Por las noches, si fijo la vista en el reflejo de la ventana del vecino de enfrente ¡¡¡veo la torre Eiffel!!!

"Desde mi casa se ve la torre Eiffel, desde mi casa se ve la torre Eiffel, desde mi casa se ve la torre Eiffel, desde mi casa se ve la torre Eiffel..."

¡Y me iba a ir sin descubrirlo! Dio la casualidad que me agaché junto a la ventana -en mi apartamento todo está junto a- y de pronto la vi, esbelta, iluminada... y me puse a hacer fotos. He de confesar que la vi durante esos diez minutos que la iluminan psicodélicamente, y pensé "quién será el capullo que ha puesto unas luces como las de la torre Eiffel".
Y ya que he vuelto a hablar de este gigante metálico, tengo novedades de suicidas. El otro día, tras las elecciones compré el periódico. ¿Qué encontré?
Traducción libre de lo que me interesa: "El pasado 2 de Abril, Carolina, una estudiante de 20 se tiró desde la primera planta de la Torre Eiffel. La familia va a demandar por "la no asistencia de una persona en peligro". La madre quiere saber porqué nadie intervino antes de que su hija cometiese lo irreparable. Ella se balanceó varias veces en la red."
Señora, ¿no vio que su hija no se llevó el actimel por la mañana? ¿No la notaba tristona? ¿Piensa echarle la culpa a la seguridad de la torre Eiffel cuando todo está vallado y su hija se las apañó para saltar? ¿No cree que lo tendría meditado "ya que me suicido, a lo grande"? Hizo cola, pagó entrada, no buscó una reja metálica, se fue a la que podría ceder y efectivamente cedió. ¿No ha pensado que le podrían denunciar por daños morales y psicológicos los cientos de visitantes que suele haber por esa zona?

2 comentarios:

Natán dijo...

Totalmente de acuerdo con vos, pero que triste igualmente...

Con respecto a tu hallazgo, que bueno!!

Salú!

Anónimo dijo...

Mamma mía! Al final encontraste la noticia del sucidio. Fué ese el día que tuvimos que hacer una interminable cola para poder subir no? Buff, pues que trágica explicación para nuestra larga espera. Eso sí, la espera, sin duda, mereció la pena.
Elena