Publicidad

domingo, noviembre 30, 2008

Acho, pijo, güevos

Ya tengo fama de... de tener que ponerle la puntillica a todo lo escrito (siempre he sido muy detallista). ¡Ojo! Son pocas las veces que reniego de lo hablado, siempre que no sea muy gordo, siempre que no sea un periodista de las noticias (que al fin y al cabo sólo está leyendo), siempre que no sea un político que representa a millones de personas, y siempre que no me pille de malas.
El otro día, mi prima Adela se acordó de mi para enviarme un cartel de un zarpitas (que no es lo mismo que un manitas) lorquino. Me reí, me reí porque con la ortografía no se puede cambiar el mundo, y a la gente no le suele importar destrozar su lengua, posiblemente el vínculo más atávico que le une a su familia. A la gente le da igual. Nadie ha pensado que el pobre albañil que no tiene estudios, que le ha comprado un ordenador a sus hijos y ha intentado buscar una forma de poder darle la ps3 para los reyes poniendo carteles lo haya hecho mal. ¿El de la fotocopiadora no pudo, al ver el cartel, echarle una mano? O tal vez sea sólo una cuestión de mercado (o marketing) como el que cuelga el cartel boca abajo.
Yo a un fontanero no le pido que me recite a Manolico (Machado, por supuesto) así como tampoco pido que se parezca a Súper Mario Bros, pero un cartel así me hace pensar si pone la misma atención apretando tuberías como debía prestar en el colegio. Porque a él, le gusta travajar

1 comentario:

Anónimo dijo...
Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.