Publicidad

sábado, junio 16, 2007

El diario de Patricio

Ya les estaba echando yo demasiada buena fama a los franceses y su televisión. Muchos programas culturales, horas de tertulia grabadas en la Biblioteca Medici, adaptaciones cinematográficas de Maupassant anunciadas en primera página de los periódicos, otra versión libre de Chéjov, adaptaciones de Balzac, concursos de preguntas de cultura general y nada de cotilleo. Sigo sin ver ningún programa donde la gente empieza a gritarse y no se entiende nada; mejor.

Me quedé de piedra al cambiar de canal y encontrarme a un señor haciendo preguntas absurdas a la gente que se ofrece para contar su vida íntima. Sí, lo tenemos en España y allí le recomiendo a mi tio que vaya y cuente cómo su mujer se buscó un cibernovio, lo echó a él de su casa y en su lugar puso a otro descargado de internet para vivir con sus tres hijos. Señores, esas cosas pasan, no es fruto de la mente de un guionista drogadicto.

No lo vi entero, sólo un ratito para asimilar que era verdad. El tema: las relaciones de internet -el ejemplo anterior está muy bien puesto-, a unos les fue bien y a otros no. Esta señora de la foto se quejaba de la superficialidad y materialidad de su ciberamado. Contaba cómo hablaba día y noche con él, totalmente enganchada, cómo sus ojos sólo eran capaces de leer la courier 10 con la que él le escribía, cómo dejaba el ordenador encendido al salir de casa para no perder 10 minutos al regresar y poder encontrarlo de nuevo. Explicaba también cómo añadieron al chat las conversaciones telefónicas, y por fin, las fotos. Finalmente, viéndose el discoduro (del muchacho no sabemos si tenía el disco u otra cosa así) desbordado de tanto amor que le impedía pensar con lucidez, establecieron un día para una cita personal. Nuestra protagonista totalmente nerviosa, con un libro de Pessoa bajo el brazo se dirigía al café temblando más que la muñeca del tuno de la pandereta. De lejos vio a su amado: tal como se mostraba en las fotos y con el clavel acordado en la solapa. Pero sólo lo vio de lejos. Ella se acercaba. Él negaba con la cabeza. A los dos le cambió la cara, en la de ella una sonrisa, en la de él perplejidad. De pronto el chati, lanzó un aullido al sol, gritó, se dio la vuelta y empezó a correr con tanto ímpetu y rapidez que levantaba las baldosas del suelo.

¿Que pasó? Ella lo critica y llora, lo acusa de superficial. Se siente engañada. Ella mintió y como es lógico él se asustó y no por la mentira en sí. Todas y cada una de las fotos que ella le enseño eran de por lo menos 10 años atras. Moraleja: mejor buscar en los bares.

No hay comentarios: